Prefacio
Esta guía sobre el suelo pélvico se basa en mis décadas de experiencia como matrona, terapeuta certificada del suelo pélvico y psicoterapeuta — con amplia práctica en el tratamiento de todos los problemas del suelo pélvico en mujeres y hombres, incluyendo los aspectos psicológicos que a menudo se pasan por alto. Gracias a numerosos enlaces a temas clínicamente relevantes, dispositivos médicos eficaces y ejercicios probados, esta guía aporta un valor real frente a textos generados por IA.
El suelo pélvico es un tesoro. Comprenderlo — y aprovechar su fuerza — es un gran beneficio para cualquier persona. Es un sistema complejo de músculos y tejido conjuntivo que cierra el cuerpo por abajo y hace mucho más de lo que la mayoría imagina.
A menudo ignorado en la vida diaria, es sin embargo crucial para el bienestar general: es literalmente nuestro cimiento. Sostiene la postura erguida, ayuda al levantar y transportar, cierra los orificios corporales y desempeña un papel central en la continencia y la sexualidad.
Para cumplir todo esto, la musculatura del suelo pélvico debe contraerse, relajarse y responder de forma refleja. Un suelo pélvico sano es un centro de fuerza — física y emocional.
Merece la pena prestar atención a esta región “fundamental” desde temprano — no solo cuando aparecen síntomas.
Contenido:
Anatomía y función del suelo pélvico
El suelo pélvico femenino: particularidades
El suelo pélvico masculino: particularidades
Síntomas de disfunción del suelo pélvico
Causas frecuentes
¿Qué es el entrenamiento del suelo pélvico?
Suelo pélvico y psique — una conexión profunda
Especialistas a los que acudir
Para entender el suelo pélvico (también llamado perineo), conviene observar la pelvis ósea — el anillo pélvico. Es una estructura elíptica en la base del tronco: pubis y sínfisis delante, alas ilíacas a los lados, sacro y cóccix detrás. El suelo pélvico “cuelga” entre estos puntos.
Aunque la palabra “suelo” sugiere una placa plana, el complejo del suelo pélvico se asemeja más a un cuenco orientado hacia abajo. Idealmente es fuerte y elástico a la vez — como un trampolín.
El estado del suelo pélvico afecta a todo el cuerpo: si está demasiado débil o demasiado tenso, influye en la postura, la respiración, el movimiento e incluso en la vivencia emocional. A su vez, la postura y la respiración influyen en el suelo pélvico. Dos ejemplos: con respiración superficial, diafragma y suelo pélvico apenas se mueven; con las rodillas bloqueadas, el cuerpo — incluido el perineo — tiende a la tensión.
En todos los cuerpos, el suelo pélvico realiza funciones esenciales:
Anatomía: El suelo pélvico femenino está adaptado al embarazo y al parto. Contiene más tejido conjuntivo, que tiende a aumentar con cada nacimiento (las fibras musculares pueden remodelarse en conjuntivo). A diferencia del músculo, el tejido conjuntivo apenas se “entrena”; mejora sobre todo con el tiempo y los procesos hormonales.
La pelvis femenina es más ancha, con un ángulo púbico más abierto para permitir el paso de la cabeza del bebé durante el parto. La musculatura del suelo pélvico debe cubrir una superficie mayor y rodear tres orificios: uretra, vagina y ano — un reto notable para fuerza y elasticidad.
Además, responde a las oscilaciones hormonales del ciclo menstrual. En torno a la menstruación y la ovulación suele estar más blando y menos estable.
Función: En la mujer, el suelo pélvico sostiene vejiga, intestino y útero — y durante el embarazo, al bebé en crecimiento. Permite el parto vaginal y participa en el placer sexual a través del tejido eréctil alrededor del clítoris y de la pared vaginal anterior. Embarazo y posparto exigen especialmente esta región.
Para tener en cuenta:
– Ciertos deportes (p. ej., trampolín) o patrones de movimiento desfavorables pueden sobrecargar la vagina y el perineo.
– Las lesiones del parto y las cicatrices pueden dificultar el entrenamiento y la percepción corporal.
Anatomía: En el hombre, el suelo pélvico es más compacto porque la pelvis ósea es más estrecha. Rodea dos orificios: uretra y ano. Contiene menos tejido conjuntivo y músculos relativamente más potentes.
Función: Es central para la erección y la eyaculación. La contracción reduce el retorno venoso y aumenta la presión en los cuerpos cavernosos. Tras cirugía de próstata es decisivo para la continencia. Una musculatura bien acondicionada ayuda a prevenir la incontinencia y apoya la función prostática.
En resumen, el suelo pélvico — femenino o masculino — es mucho más que una “placa muscular”: es un centro dinámico que conecta postura, respiración, sexualidad y bienestar.
El signo más frecuente es la incontinencia — generalmente urinaria. La incontinencia de esfuerzo es muy común: al estornudar, toser o reír (aumento brusco de presión sobre la vejiga) puede escaparse orina. Las mujeres se ven afectadas sobre todo tras los partos o en la menopausia; en los hombres aparece a menudo después de cirugía de próstata.
La incontinencia fecal es menos frecuente, pero también puede darse cuando el suelo pélvico está debilitado.
En la mujer, la debilidad del suelo pélvico puede llevar a un descenso uterino o a un prolapso vaginal. También puede aparecer un cistocele (prolapso de vejiga) o un rectocele — este último puede afectar, en casos raros, a los hombres.
Un suelo pélvico débil también influye en la postura: muchas personas adoptan una posición encorvada, lo que puede favorecer dolor lumbar crónico.
La sexualidad también puede verse afectada: algunas mujeres notan menos sensibilidad o la sensación de “demasiado espacio” — indicio de laxitud muscular. El llamado “síndrome del pene perdido” describe relaciones con poca sensación para ambas personas. En hombres, la debilidad del suelo pélvico puede asociarse a disfunción eréctil o menor sensibilidad.
Las causas son diversas y afectan por igual a mujeres y hombres. Muchas se desarrollan con el tiempo; otras se desencadenan por eventos agudos.
En todos los sexos son habituales:
En mujeres se suman:
Un trabajo eficaz empieza por la conciencia corporal: solo podemos activar bien lo que sentimos.
Un plan integral debe adaptarse a los síntomas y a su gravedad, contemplando tanto la anatomía femenina como la masculina.
El entrenamiento no tiene por qué ser solo activo: la estimulación pasiva con herramientas adecuadas también ayuda. Así puedes integrarlo en la rutina diaria de forma discreta — cómoda y, si quieres, sensorial.
Ofrezco una selección de productos desarrollados con criterios terapéuticos. Todos están certificados como dispositivos médicos y diseñados para un uso seguro y eficaz.
Con constancia, los beneficios se notan: postura sana, prevención o alivio del dolor de espalda, continencia estable, órganos pélvicos saludables y una sexualidad viva.
En los hombres, la activación muscular alrededor de la próstata suele mejorar la calidad eréctil. Un suelo pélvico fuerte también potencia la confianza en uno mismo — cambian la postura, la presencia y el carisma.
El suelo pélvico se sitúa en el centro del cuerpo — e influye de forma igualmente central en el equilibrio emocional. Problemas como incontinencia, sensación de presión o prolapsos suelen llevar a vergüenza, inseguridad y retraimiento. La vida sexual también puede resentirse — por dolor, bajo deseo o evitación de la intimidad — lo que afecta a las relaciones y a la autoestima.
También la postura cambia: cuando la musculatura está débil, es más difícil mantenerse erguida. Una postura encorvada modifica el ánimo y cómo nos perciben los demás: menos presencia, menos fuerza. La postura refleja el estado interior — y viceversa.
A la inversa, el estrés, la ansiedad o experiencias traumáticas suelen reflejarse directamente en el perineo. Un tono crónicamente elevado puede favorecer problemas como el vaginismo, el espasmo anal o el dolor en las relaciones. El suelo pélvico no es solo músculo: también almacena tensión emocional.
Para ayudar a liberar estas tensiones físicas y emocionales, hemos desarrollado una línea específica que te apoya — independientemente de tu sexo: Theros® YoniSphere (utilizable por vía vaginal y rectal) y Theros® ProstaSphere (rectal). Ambas herramientas permiten un masaje del suelo pélvico (perineal) suave y eficaz — desde fuera y desde dentro — que actúa a la vez sobre el cuerpo y la mente.
La práctica regular no solo mejora la función física: también genera confianza y estabilidad interior. Afina la percepción corporal y sostiene la autoestima — física y emocional. Así, el suelo pélvico se convierte en una verdadera fuente de fuerza interna.
En el yoga este vínculo se conoce desde hace tiempo: el primer chakra, el chakra raíz (Muladhara), se sitúa en la zona perineal. Representa la confianza básica, el arraigo, la energía vital y la seguridad. Trabajar conscientemente este centro — respiración, movimiento o meditación — estabiliza cuerpo y mente por igual.
Para los problemas del suelo pélvico puedes acudir a diferentes profesionales:
Consultas médicas:
Según tus síntomas: para temas ginecológicos como sensación de cuerpo extraño, presión hacia abajo o incontinencia urinaria, son adecuadas ginecología o uroginecología. Para problemas de próstata, acude a urología. Si el problema está relacionado con el tránsito intestinal, proctología/coloproctología.
Ámbitos de terapia corporal:
Las matronas son la referencia adecuada para problemas del suelo pélvico durante el embarazo y el posparto; para los demás casos, pueden ayudarte las otras especialidades citadas.
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