El término “masaje del suelo pélvico” aparece cada vez más. Hace unos años sonaba casi exótico… ¿qué significa realmente?
El suelo pélvico es una red sensible de músculos y tejido conectivo que cierra la pelvis por abajo. Sostiene nuestro centro, influye en la postura y se relaciona con la vitalidad, la seguridad interna y el placer. Por mi experiencia como matrona, sex coach y mujer, sé que un masaje del suelo pélvico —externo e interno— puede aliviar molestias y ayudarte a reconectar con tu cuerpo y tu sensualidad. (También lo verás como masaje perineal o masaje de perineo.)
Si ya conoces lo básico y buscas directamente herramientas, más abajo encontrarás mis recomendaciones.
El masaje del suelo pélvico puede ayudar en muchas situaciones —para el cuerpo y la mente—. Lo recomiendo especialmente durante el embarazo y después del parto (una vez hayan cicatrizado posibles lesiones), cuando tu cuerpo necesita una regeneración suave. También es útil ante debilidad del suelo pélvico, problemas de continencia, dolor (por ejemplo con endometriosis), tensión o cicatrices en la zona íntima. E incluso sin molestias concretas: si deseas aumentar la sensibilidad o simplemente darte atención amorosa, el masaje puede aportar mucho.
Situaciones típicas:
Muchas mujeres contraen el suelo pélvico sin darse cuenta —respuesta al estrés, al miedo o a la sobrecarga—. Se establece un hipertonus: contracción constante que llega a parecer “normal”. El resultado es un suelo pélvico rígido, poco móvil y, a menudo, una respiración más alta y superficial. El masaje ayuda a liberar estas tensiones.
El dolor perineal tiene múltiples causas: agujetas tras el ejercicio, tono basal elevado o afecciones como la endometriosis. Son frecuentes los puntos gatillo —pequeños nudos musculares dolorosos debidos al estrés crónico, la postura o el sobreuso—. Alteran la circulación y dificultan el relajamiento. Un masaje suave puede aportar un alivio real.
La debilidad del suelo pélvico es igual de común. Postura desfavorable, falta de entrenamiento, embarazo y parto, o hábitos forzados (levantar “empujando”, pujar en el baño) contribuyen. El masaje y la conciencia corporal te ayudan a recuperar fuerza y control.
Cicatrices, microlesiones o intervenciones pueden afectar al suelo pélvico. El exceso de peso, la tos crónica o ciertas enfermedades también influyen. En lo emocional, experiencias traumáticas —incluidas las médicas— pueden dejar huella en el tejido. El masaje ofrece una vía suave para recuperar confianza y vitalidad.
Muchas mujeres apenas sienten su suelo pélvico. Sin embargo, esta sensibilidad fina es esencial para relajarlo, fortalecerlo o usarlo con sensualidad. El masaje la desarrolla de forma natural.
En muchas tradiciones, el suelo pélvico se relaciona con el chakra raíz —centro de seguridad, confianza y arraigo—. El masaje puede reforzar estas cualidades.
Un suelo pélvico flexible y bien entrenado intensifica las sensaciones y puede favorecer orgasmos más potentes. Por el contrario, la debilidad o la tensión pueden causar dolor y limitaciones. El masaje te reconecta con tu fuerza erótica.
Un masaje preparatorio vuelve los tejidos más elásticos, favorece la circulación y puede reducir el riesgo de desgarros. Esta preparación se recomienda a partir de la semana 36 de embarazo (es decir, 35/0). Tras el parto, apoya una recuperación suave —cuando las lesiones hayan cicatrizado—.
Este tipo de masaje perineal puede aportar beneficios muy diversos. En mi consulta, muchas mujeres me cuentan que vuelven a sentir con más intensidad —en la sexualidad y en la vida diaria—. Para algunas, el masaje es un camino de sanación para reapropiarse del cuerpo tras experiencias difíciles.
Puedes masajearte tú misma o —si hay confianza y acuerdo— compartirlo con tu pareja. Lo esencial: tiempo, calma y una actitud amable hacia ti. Con un toque suave aprendes a soltar la tensión y a sentir con más precisión las estructuras finas del suelo pélvico. No se trata de rendimiento ni de un objetivo concreto; se trata de sentir y de encontrarte con tu cuerpo con cuidado y amor.
Desde fuera también puedes suavizar el suelo pélvico —por ejemplo con pelotas de masaje pequeñas—. Muchas mujeres viven aquí su primer “momento ajá” y notan cuánto alivio es posible.
El masaje interno se realiza por vía vaginal (o rectal) con movimientos circulares suaves y presión ligera. Los dedos son una opción, pero las herramientas lisas y anatómicas suelen resultar más cómodas y eficaces porque ofrecen mayor libertad de movimiento.
A menudo, tu mano es suficiente. También pueden ayudar herramientas específicas —por ejemplo dispositivos de masaje o bolas chinas de grado médico—. En mi práctica solo utilizo productos seguros para la salud, higiénicos, duraderos y respetuosos con el cuerpo.
Especialmente práctica: la Theros® YoniSphere. Facilita el masaje porque:

También verás el término varilla pélvica (pelvic wand). Suele referirse a una herramienta suavemente curvada, diseñada para alcanzar internamente (vaginal o rectal) músculos profundos y puntos gatillo. Si usas una varilla pélvica, elige un material seguro para el cuerpo, utiliza abundante lubricante, empieza con poca presión y movimientos lentos, y sigue siempre las señales de tu cuerpo. Una superficie lisa y una curvatura ergonómica facilitan el acceso y aumentan la comodidad.
Elige un lugar tranquilo y una postura cómoda. Respira de forma consciente; relaja abdomen, muslos y zona lumbar. Coloca la mano sobre la vulva y siente unas cuantas respiraciones. Un baño de vapor suave —yoni steaming— también puede relajar previamente la zona.
Usa lubricante si es necesario. Introduce despacio y con suavidad YoniSphere® o la herramienta elegida. Respira: siente al inhalar y avanza un poco al exhalar. Empieza con movimientos circulares pequeños o presiones suaves. Permanece en las zonas sensibles, suaviza la presión y respira hasta que el punto ceda. Confía en tu intuición: el masaje de perineo puede ser suave, eficaz y también placentero. Vaginal o rectal: elige lo que mejor te siente.
Puedes prolongar los beneficios en tu día a día con las Viball® bolas chinas de acero implantable. Invisibles bajo la ropa e incluso durante el deporte, altamente higiénicas, hipoalergénicas y duraderas, ofrecen una vibración especialmente intensa. Disponibles de 36 a 60 mm y certificadas como dispositivo médico.
El masaje y la estimulación cotidiana se complementan a la perfección. Juntos apoyan la salud del suelo pélvico, aumentan el placer y la calidad de vida, y te ayudan a volver a sentirte “en casa” en tu cuerpo.
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